Que Es Responsabilidad Mía Y Que No

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Que Es Responsabilidad Mía Y Que No

La responsabilidad es un elemento clave, tanto en nuestra vida personal como en la profesional. Saber distinguir entre lo que realmente nos corresponde, y lo que no, es de vital importancia si queremos sentirnos en equilibrio. Y también para evitar la sobrecarga que puede suponer hacernos cargo de cosas, acciones, personas o comportamientos que no es nuestra responsabilidad. Además, saber identificar lo que está dentro de nuestras competencias y lo que no, nos ayuda a construir relaciones más saludables.
El problema surge porque este límite no siempre es fácil de identificar. En ocasiones, nos genera confusión y nos hace asumir más de lo que nos corresponde. Hoy quiero compartir las claves para entender, y delimitar, lo que llamaremos “tus asuntos”. Y puedas diferenciarlos claramente de lo que serían “los asuntos de los demás”.
 

 Es un hecho que eres capaz, que lo creas es tu elección.

Anibal Pérez
Dónde Termina La Mía Y Empieza La De Los Demás
En primer lugar, vamos a diferenciar lo propio, es decir, “mis asuntos”. De lo ajeno, “sus asuntos”.
Mis asuntos, es decir, aquello de lo que si soy responsable son: mis pensamientos, mis palabras, mis acciones y sus consecuencias, mis ideas, mi esfuerzo. Todo lo que digo que voy a hacer. Y todo lo que necesito para alcanzar mis objetivos y compromisos adquiridos, tomar decisiones informadas y ser coherente con mis valores y principios. De todo esto yo soy el único responsable.
Por otro lado, están sus asuntos, que son: sus pensamientos, sus emociones, sus decisiones, lo que hace y las consecuencias de lo que hace, sus problemas, sus objetivos, valores, compromisos y esfuerzos.
De esto, tú no eres responsable. Y, aunque puedas ayudar, mediar o dirigir, la última palabra la tiene la otra persona.
Así, sobre el papel, parece fácil. Pero, la realidad es que no siempre sabemos reconocer cuándo algo no es parte de nuestras responsabilidades.
Por ejemplo, ¿alguna vez te has sorprendido asumiendo trabajo que no te corresponde solo por miedo a que tu equipo o departamento no estén a la altura, no existan fallos o simplemente porque ninguna otra persona se ha ofrecido a hacerlo?
O en un plano personal, ¿Cuántas veces has intentado tomar decisiones que le corresponden a otros miembros de tu familia, ya sean tus hijos, pareja, padres o amigos, bajo el pretexto de querer ayudarles?
Muchas veces, supongo. Y es que, en general, existen diferentes razones, psicológicas y culturales, por las que, tendemos a asumir responsabilidades ajenas.
 
Motivos por los que asumimos responsabilidades que no son nuestras
Miedo Al Conflicto
Habitualmente, tenemos un cierto miedo y evitación del conflicto. Nos preocupa mucho que alguien se enfade con nosotros o que pueda surgir una discusión o malentendido. Por eso, tendemos a decir «sí», incluso, cuando deberíamos negarnos.
Y, en efecto, a corto plazo, evita esas tensiones. Sin embargo, este patrón de comportamiento, en apariencia, pacífico y sereno, puede llevar a una acumulación de estrés y resentimiento que nos haga perder nuestra capacidad de gestión. Tanto de nuestras emociones como de nuestros comportamientos.
 
Deseo De Complacer Y Ser Aceptados
Este es otro de los motivos por los que asumimos responsabilidades que no nos corresponden. La necesidad de agradar para ser aceptado y valorado por los demás nos lleva a asumir actividades o acciones que no nos corresponden solo para demostrar nuestro compromiso y afecto. Aunque, de nuevo, a la larga, sea a costa de nuestro bienestar.
Perfeccionismo
Creer que nadie lo hará tan bien como nosotros nos lleva a evitar delegar y dejar que otros asuman las tareas que les corresponden. De ese modo, no damos a los demás el tiempo que necesitan para aprender a desarrollar esas actividades correctamente. Con estos gestos, no solo nos cargamos de trabajo extra, sino que limitamos el crecimiento de aquellos que nos rodean.
 
Patrones Culturales Y Sociales
Pero no solo los rasgos o patrones internos nos llevan a ese error en la asunción de responsabilidades. Existen ciertos patrones culturales y sociales que nos generan confusión. Ver el sacrificio como una virtud. O el hecho de que, en determinadas situaciones, las funciones o roles no estén lo suficientemente delimitados favorece que ciertas personas sientan la necesidad de asumir tareas por inercia. Incluso, porque nadie más lo hace.  (SG)   
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