Importancia De La Formación En El Crecimiento Personal

Siempre se ha dicho que para progresar hay que aprender. Es ley de vida. El ser humano está diseñado para absorber información de su entorno y adaptarse a él. Desde pequeños, aprendemos a andar, hablar, comer, relacionarnos y un sinfín de habilidades más. Lo hacemos de manera instintiva, en muchos casos sin ser conscientes de ello. Pero lo hacemos. Aunque también es cierto que, con el paso de los años, por lo general el interés por aprender cosas nuevas suele disminuir (no siempre, pero ocurre en muchos casos), motivado sobre todo porque cada vez tenemos más recursos y creemos (erróneamente) que tenemos menos que aprender.

Pues bien. Esta misma dinámica la vemos en nuestra vida laboral. Al principio tenemos la sensación (que es una certeza) de que tenemos muchísimo que aprender, y lo hacemos. Nos fijamos en todo, leemos, practicamos, adquirimos conocimientos y formación a velocidad de vértigo para poder hacer bien nuestro trabajo. Pero con el paso del tiempo, y una vez que realizamos nuestras tareas con suficiente solvencia, empezamos a tener una mayor sensación de control y por tanto una menor necesidad de aprender cosas nuevas.

Y aquí viene el error. Cuando nos damos cuenta, nuestros trabajos han cambiado y nos toca salir de nuestra zona de confort para desaprender y aprender de nuevo. O queremos optar a una determinada promoción en nuestra empresa y no tenemos la preparación necesaria para ello. Todo esto en el mejor de los casos. No hablemos ya si, por el motivo que sea, nos vemos fuera del que ha sido nuestro trabajo durante años y necesitamos encontrar una nueva oportunidad profesional. Justo aquí es cuando nos damos cuenta de que estábamos muy cómodos y que necesitamos reciclarnos para volver al mercado laboral con ciertas garantías de éxito.

 Es un hecho que eres capaz, que lo creas es tu elección.